Este tema siempre suele ser polémico, pero tengo que decir que no quiero crear polémica con él, sino más bien informar, ya que muchas personas piensan que imaginación y fantasía es lo mismo o incluso usan ambos conceptos de forma errónea.
Antes de comenzar con el artículo, tengo que decir que cada uno en su hogar con su familia es libre de hacer lo que quiera y como quiera, no estoy juzgando a nadie, como he dicho solo pretendo informar, ya que yo misma hasta hace poco tiempo estaba desinformada y también pensaba que no podría cambiar de opinión nunca, pero cambié, al igual que nos ocurre con muchos otros temas.
Dicho esto comienzo viendo la diferencia entre ambos conceptos.
Diferencia entre imaginación y fantasía
La imaginación es la capacidad para concebir ideas a través de la realidad o de lo que tú ves. Lo que hacen los artistas por ejemplo, a través de lo que ellos sienten y ven, crean.
La imaginación nace en la mente del niño a través de la información que ha recibido del mundo real. Por ejemplo, con una caja de cartón se hace una casa.
La fantasía es algo creado por los adultos, nace en la mente de otra persona y se lo transmitimos a los niños.
Por ejemplo, si a un niño le dices que imagine un atardecer en la playa y nunca ha visto ninguno, no va a poder imaginarlo, porque todas las impresiones que tiene las toma del mundo exterior.
A veces creemos que la fantasía fomenta la creatividad y la imaginación, esto no es correcto.
La fantasía no les aporta nada a edades tan tempranas, porque para ellos no es fantasía, ellos lo creen de verdad.
Esto no es sinónimo de que la fantasía sea mala o nunca podrá tener fantasía un niño, al contrario, debemos de saber cuándo es el momento que le aporta beneficios y cuando no.
En este episodio del Podcast Proyecto Hijos hablamos sobre este tema más en profundidad.
Cómo funciona el cerebro del niño
Según la doctora Silvia Dubovoy, el cerebro del niño, hasta los 5-6 años no está maduro. El niño a esta edad no imagina, él cree las cosas realmente. Ejemplo: si le dices que hay un burro volando, él va a mirar al cielo pensando que va a ver un burro volando.
A partir de esta edad es cuando el niño tiene un pensamiento abstracto, su mente comienza a entenderlo.
La fantasía no es mala, solo hay que preparar al niño. Cuando el niño sea capaz de recibir información y llevarla al plano de lo abstracto, ahí podrá fantasear o entenderá la ironía o el doble sentido de algunas frases o palabras que usamos de forma cotidiana.
Según María Montessori en el discurso que dio en la Child Studio Society, una educación basada en la realidad prepara al niño para que pueda recibir al mundo de forma exacta y precisa.
El problema de algunas escuelas infantiles, es que tienen a los niños completamente en el plano de lo abstracto, así los niños no están preparados para el mundo real. Ellos no saben diferenciar entre lo real o fantasioso.
Debemos pensar en la ilusión, porque esto también hay que tenerlo claro, a veces atribuimos a la fantasía, ilusión, pero si pensamos fríamente ¿de quién es la ilusión?, ¿del adulto o del niño? Porque el niño lo está creyendo firmemente y el adulto es el que tiene ilusión de ver al niño como lo vive.
Además tú eres, como adulto, el que le has inculcado esa ilusión.
Actualmente la neurociencia lo respalda. El niño es capaz de adaptarse, gracias a su mente. Al igual que los niños son capaces de aprender cualquier idioma, porque absorben todo lo que hacemos los adultos.
Los adultos decimos que los niños maduran cuando no creen en cuentos o decimos que pierden su inocencia, pero lo que de verdad ocurre, es que el conocimiento se impone a la ignorancia.
Cuando los adultos no confían en los niños, insisten en contarles cuentos acerca de valores que ellos no necesitan.
De los 5-6 años hasta los 12 años es el momento de cuentos, fábulas… ahora se interesan por los valores.
Esto también se puede extrapolar a los juguetes, porque crean ilusiones, no suelen tener ninguna meta en general, no da lugar a la concentración mental, solo los mantienen ocupados con cosas irreales. Ejemplo, les compramos una cocinita, pero no les dejamos que nos echen una mano cuando cocinamos.
A mí, por ejemplo, sobre este tema no me gusta prohibir, es más, a mi hija no le voy a prohibir nada, solamente no la engañaré con figuras fantásticas. Cuando ella me pregunté tendrá la verdad, si luego ella quiere creer, yo solo cerraré mi boca y la dejaré.
Si leyendo todo esto quieres cambiar lo que has hecho hasta el día de hoy, mi consejo es que no le cuentes de golpe la verdad, simplemente no alimentes más esa mentira, cuando te pregunte le puedes decir que mamá o papá no creen, ¿qué piensas tú? Y dejarlo que él mismo tenga un pensamiento crítico, si decide creer, es decisión suya, si no tu no lo has alimentado ni engañado.
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